Al despertar Juan recordó con pesar la fecha del día que amanecía. Junior, su hijo, fue visto por última vez un 2 de febrero de hacía ya diez años. Su desaparición se produjo en el mar, frente a las costas de Almería, en extrañas circunstancias. Imputados, juicios y jueces… Fiscales y policías… Pero todo ya fue para nada. La sentencia descartó la participación de terceras personas.
Harto de no encontrar pistas había confiado su pesar a multitud de fantoches de medio pelo que aseguraban saber de su existencia. Todos ellos decían tener la bola mágica que le iba a decir el paradero de su hijo.
Ya no circulaba por la ciudad en busca del rostro de Junior. Ya no recorría las caras de los que viajaban junto a él en el metro. “¿Qué miras tío?”, le respondía más de uno. En la selva de la capital, el clavar la mirada en un desconocido no siempre era aceptable.
Ahora ansiaba la muerte, pero la de su hijo. La muerte, con toda su dureza, le resultaba más llevadera que los miles de interrogantes sin respuesta que le surgían. Su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones encontradas. La noticia de la muerte de Junior significaría poner punto final; dar respuesta a tantas preguntas…
Millones de contradicciones y de mentiras. Pero ya no buscaba justicia. Tan sólo pedía la verdad, nada más. Sólo la verdad permitiría que la herida se cerrara.
Nunca desconectaba. Ni podía, ni quería hacerlo. Ya había superado ese dolor que le rompía por dentro. Había aceptado esa situación para convertirla en el amor más grande que pueda existir. Su hijo estaba las veinticuatro horas del día con él. El miedo, la ira, el dolor eran el motor que le habían hecho levantarse cada mañana.
Algo le arrebató la posibilidad de participar en el futuro de su hijo, en sus ilusiones, en las cosas buenas y malas de la vida… Y aún no sabía el qué fue. Anhelaba la muerte, como punto final de tanta pregunta sin respuesta.
España registra cada año entre 20.000 y 30.000 denuncias por la desaparición de personas. Actualmente hay más de 12.000 denuncias activas.